martes, 6 de mayo de 2014

Revistas de Posguerra.

El final de la Guerra Civil supuso un corte en la cultura española. España quedó dividida entre los vencedores y vencidos, siendo estos últimos los que se vieron obligados a exiliarse o a vivir en un régimen que en nada se parecía a la democracia. Los republicanos eran los más ligados a la educación y a la cultura por lo que el número de exiliados y encarcelados fue tremendamente alto.  Es por eso, que muchos de ellos marchan a Francia en primer lugar a Francia pero debido a la invasión nazi se ven otra vez forzados a marchar, esta vez a México o Argentina. En esta época, esos países alcanzan un gran desarrollo cultural. Hubo una división en la literatura española del momento, la literatura de la península y la de los exiliados.

Los vencedores de la Guerra Civil pierden toda propaganda en el exterior ya que muchos países son simpatizantes del bando republicano. Sin embargo, los escritores afines al régimen luchan por revivir la literatura. Es el caso de Juan Aparicio que se dedica a crear revistas literarias con el dinero público. Todo lo que aparecía en estas revistas era controlado y no se trataba la realidad social del momento. Una de las revistas más características del Franquismo es La Estafa Literaria, una copia de la Gaceta Literaria de Ernesto Giménez Caballero. Era una revista muy colorida, con muchas colaboraciones y tertulias y carecía de publicidad. Otras revistas similares a esta son Fantasía o El Español.

También existían revistas dedicadas a la poesía como Garcilaso o Espadaña. Estas dos revistas mantenían un enfrentamiento estético y político que encubrían con la poesía. Los colaboradores de la revista Garcilaso formaban parte de la Juventud Creadora (José García Nieto), esta revista se había creado como homenaje al escritor del que coge el nombre e intentaba enlazar la España tradicional con la imperial, su poesía era de corte tradicional y medidas clásicas. En la revista Espadaña destacaba Victoriano Cremer y se centraba en una poesía dura, angustiosa, relacionada con el existencialismo francés y que intentaba reflejar la realidad social del momento.


En 1944, Dámaso Alonso escribe Hijos de la ira que ayuda al resurgir de la poesía. En los años 50, aparece la poesía social, una revolución estética que se centra en los problemas de la calle. Comienzan a utilizar el verso libre y un vocabulario común, es una poesía llena de rabia y violencia. Destacan Blas de Otero con obras como Ángel fieramente humano o Gabriel Celaya con Tranquilamente hablando.

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