En esta entrada vamos a tratar
las generaciones literarias más importantes del siglo XX, principalmente la generación novecentista o del 14 con Ortega
y Gasset.
El primer movimiento en
el que nos vamos a centrar es la generación del 98. En 1898, España pierde sus últimas
colonias tras la guerra contra Estados Unidos. Este movimiento se corresponde
con el modernismo que fue una renovación intelectual que se originó en los
territorios de la América española que se habían independizado. La figura
central era Rubén Darío que se ganaba la vida como corresponsal de varios periódicos
en Argentina. De hecho, muchos de sus libros son recopilaciones de sus trabajos
periodísticos. En estos años se produce una renovación del periodismo y aparece
un género nuevo que es la crónica, un artículo de fuerte contenido literario
con un tono diferente y próximo al poema en prosa. El término “del 98” fue
creado por Azorín en 1913 o 14, eran escritores que querían renovar España tras
su decaída, entre ellos se encontraba Miguel de Unamuno.
Sin embargo, la primera generación
del siglo XX es la generación del 14 o novecentista. Todos los escritores de
este movimiento nacieron en torno a 1880 y comienzan a escribir obras en el
siglo XX. Es una generación universitaria
cuyo género más destacado es el ensayo. Es un género peculiar que tiene
su origen en Montaigne. Sus ensayos eran divagaciones sobre temas importantes.
Este tipo de textos tiene mucho que ver con el artículo periodístico y la generación
del 14 también estaba muy ligada al periodismo. Entre ellos destaca José Ortega
y Gasset (1883-1955), filósofo y ensayista. Su padre, José Ortega Munilla, fue
escritor, periodista y dirigía El imparcial,
el diario más prestigioso de su época y la familia de la madre eran
propietarios de grandes periódicos. Ortega y Gasset comienza a escribir en 1906
en El imparcial. Estudió en Alemania
donde recibió una educación universitaria rigurosa. Consiguió la cátedra de metafísica
en 1910 y en ese mismo año hace una conferencia sobre la renovación de la
pedagogía. Desde muy pronto comienza su labor periodística que le permite crear
y orientar diversos periódicos y revistas. En 1914 publica su primer libro, Meditaciones del Quijote. Es una réplica
a la versión de Unamuno, que era su mayor rival. Ortega se esfuerza por atraer y sentir al lector.
Sus dos aportaciones más trascendentales para
el periodismo fueron el diario El Sol
y la Revista de Occidente. El Sol
se fundó en 1917 y fue el gran periódico intelectual de la época. Pretendía ser
un periódico pedagógico, didáctico y con innovaciones para la política
española. Además en él colaboraban los
mejores ensayistas del momento y se publicaban los folletones del propio
Ortega. La Revista de Occidente se
fundó en 1923, la revista cultural más influyente de la literatura española. Se
publicó hasta 1936 y en ella Ortega cuidaba todo tipo de detalles. Tenía una
parte de divulgación científica y otra parte literaria, su meta era reflejar la
cultura europea en España. Y algunas de
las obras más importantes de la generación del 27, cuyo mentor era Ortega, aparecieron en esta publicación. También
destaca otra de sus publicaciones, la revista El Espectador, una revista unipersonal creada en 1916. Esta solo se
publicaba una o dos veces al año. Ortega la definía como una obra íntima y era
una miscelánea.
En 1925, Ortega publica
dos folletos de gran importancia La deshumanización
del arte e Ideas sobre la novela. El
primero es una crítica al arte de vanguardia. Tras la primera guerra mundial hubo
una ruptura con la tradición. Cuando Ortega habla del arte deshumanizado trata
de reflejar la idea de un público masivo
que prefería el arte que emociona. Este nuevo arte apelaba a la inteligencia y
tenía un componente lúdico, de manera que se dirigía a un público minoritario.
El segundo folleto explica que la novela en aquellos años estaba en crisis y en
especial la novela de peripecia. A Ortega se le achaca la decadencia de la
novela española en esos años, ya que sus ideas crearon un tipo de novela que
daba demasiada importancia al estilo.
Otros compañeros de
Ortega fueron Ramón Pérez de Ayala que fue poeta, novelista, narrador y uno de
los más brillantes ensayistas de la cultura española; Gregorio Marañón que fue
un médico de gran prestigio, historiador, articulista que escribió
continuamente ensayos en periódicos y a diferencia de Pérez de Ayala tuvo gran
importancia política y se mantuvo estable durante la segunda republica y después
de la guerra civil; Manuel Azaña que fue un ensayista, fundador de la revista La Pluma, presidente del Ateneo de
Madrid y el último presidente de la república; y Ramón Gómez de la Serna que
fue precursor de la vanguardia aunque no tenía una formación tan rigurosa como
la del resto. Destaca, también, Eugenio D’Ors que fue coetáneo de Ortega, al
cual veía como su rival. Fue un ensayista y periodista catalán cuya obra
fundamental fue El Glosario, una recolección
en varios volúmenes de los artículos periodísticos que había publicado todos
los días durante medio siglo. D’Ors era también filósofo y añadía un comentario
intelectual a lo que sucedía en la sociedad. Muchas de sus glosas formaban
series ya que escribía novelas publicando un capítulo por día. Al principio,
escribía en catalán con el seudónimo Xenius
y trataba de renovar la cultura y literatura catalana. Entre 1936 y 1950
fue el intelectual del franquismo, el hecho de que estuviera tan ligado al
él provoca que sea visto de forma despectiva tras su muerte.